La memoria auxiliar

(cuento)



El recuerdo y el olvido son extrañas dimensiones que se expanden misteriosamente dentro de las personas. Como ejércitos contrarios, se disputan territorios de nuestras vidas y construyen imperios de ambiguas fronteras, siempre amenazadas por las huestes adversarias.
En esta batalla, la memoria es un protagonista decisivo pero de oscura voluntad. Su indeterminada conducta, en impreciso vínculo con el recuerdo, nos mantiene en la continua incertidumbre de no saber para quién juega o a quién favorece en realidad.
La memoria existencial (y no histórica o social). Nadie sabe cómo opera ese cinematógrafo que proyecta ante nosotros fragmentos rotos de nuestra propia biografía (¿qué otra cosa son los recuerdos?), con escenas editadas por un estrafalario personaje que hace aparecer las secuencias sin un orden aparente, con los personajes más inesperados y las situaciones o lugares más remotos.
Y esta incapacidad de saber con qué energía funciona la invocación del pasado, se traslada también a la incapacidad para descifrar la conducta de esa especie de censor que es el olvido, que aunque a veces hasta trabaja como un héroe por nosotros, generalmente se asemeja al más cruel inquisidor, abandonando los recuerdos en la infinita marea de las noches y los días.
Vaya uno a saber los mecanismos utilizados por estos dos procesos de memoria y olvido, antagónicos al parecer, pero dejando abierta la duda acerca de si se complementan o se invalidan. ¿Son acaso parte de una misma dinámica, como el día y la noche, la primavera y el otoño, la propia vida con su muerte? ¿O esto también aporta a nuestra gran confusión general?
Sé muy bien que quizás sea éste un mal comienzo, porque tal vez sea un erróneo modo de ver las cosas. ¿Acaso el olvido es simplemente la ausencia de memoria? ¿O es una manifestación activa que obedece a una firme y propia voluntad de borrar lo acontecido?
¿Existe algún parámetro para pensar que el olvido está vinculado con el mal, mientras que el recuerdo está asociado al bien? ¿O es un mero prejuicio de fanáticos y resentidos?

En fin, más allá de todas estas tribulaciones, y quizás para sobrevivir a sus confusas premisas, yo he desarrolado un mecanismo de defensa que me permite trascender estas dualidades. Porque las evocaciones que más atracción me causan son aquellos recuerdos de los hechos que mi memoria alberga pero que quizás nunca sucedieron, es decir que pudieron haber pasado pero no, aquellos recuerdos cuyo origen desconozco, por no saber si su procedencia es del campo de la realidad o de esa remota dimensión que me redime haciéndome vivir todo aquello que no pude. Algunos le llaman delirio o fantasía, otros dicen que es una vulgar invención de los hechos o una sencilla manera de engañarse a uno mismo. Pero yo soy algo más benévolo y prefiero llamarla "la memoria auxiliar".



(continuará)

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